Historia de la Cruz Roja

mayo 11, 2021



La caridad sobre los campos de batalla, historia de la Cruz Roja

Los fundadores de la Cruz Roja, no tuvieron inicialmente una preocupación académica o política. No pretendían iniciar un movimiento pacifista para abolir la guerra,sino la aplicación de unas prácticas de socorro y de servicio para obtener un resultado material, aliviar el dolor humano de las víctimas. Así se deriva del pensamiento de Henry Dunant «La Charite sur les champs de bataille»:

«No tengo la menor pretensión de venir a discutir aquí ni sobre el derecho relativo a la paz ni sobre lo que se ha convenido en llamar el derecho de la guerra.

No vengo a abordar el temible problema de la legitimidad de la guerra ni el sueño imposible, en la situación actual, de un reino universal de la paz.
Mi propósito es mas modesto.
En nombre de la humanidad y de la razón, en nombre del cristianismo y de la política misma, deseo que, en la hora solemne en que unos hombres, unos conciudadanos, unos cristianos, armados unos contra otros, acaban de derramar su sangre de soldados sobre esta tierra que solo debería regar el sudor de los que la trabajan, en esta hora, deseo pues que la caridad, en forma de una sociedad de socorros, pueda disputar a la guerra todas sus victimas que al acero ha herido, pero que la muerte aún no ha segado»}

Las biografías cuentan que Dunant llegó a Solferino (Italia), en la tarde del 24 de juniode1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos. Impresionado, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos, mutilados y enfermos.

Como carecían de suficientes materiales, el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban con el lema Tutti fratelli (Todos somos hermanos) acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (provincia de Mantua). Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses. Como si fuese poco, Dunant fue el inventor del actual botiquín de primeros auxilios.

En 1862 publica sus memorias tituladas “Un Souvenir de Solférino” y fueron de tal influecia que solo dos años después, de esto, el 22 de agosto de 1864, se firmó la Convención de Ginebra.

El Comité que más tarde sería el Comité Internacional de la Cruz Roja se reunió por primera vez en febrero de 1863, en Ginebra, Suiza.

Por ese tratado los ejércitos tenían la obligación prestar asistencia a los soldados heridos, independientemente del bando al que pertenecían, y se introdujo un emblema uniforme para los servicios sanitarios: una cruz roja sobre fondo blanco.

El cometido del CICR era al principio el de coordinar. Paulatinamente, se iba implicando más en las actividades operacionales sobre el terreno, en tanto que descollaba la necesidad de un intermediario neutral entre los beligerantes. Los siguientes 50 años, el CICR expandió su labor, en tanto que se iban estableciendo las Sociedades Nacionales (la primera, en el Estado alemán de Württemberg, en noviembre de 1863) y se adaptó el Convenio de Ginebra para incluir la guerra en el mar.

Primera Guerra Mundial, 1914-1918

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, basándose en la experiencia adquirida en otros conflictos, el CICR abrió una Agencia Central de Prisioneros de Guerra, en Ginebra, cuya finalidad era restablecer el contacto entre los soldados capturados y sus familiares.
Siguió innovando: sus visitas a los prisioneros de guerra aumentaron durante este período; intervino acerca del uso de armas que causan sufrimientos excesivos: en 1918, hizo un llamamiento a los beligerantes para que renuncien al uso del gas mostaza. Ese mismo año, en Hungría, visitó por primera vez a prisioneros políticos.

Las mismas Sociedades Nacionales emprendieron una movilización sin precedentes, en la cual voluntarios dirigían los servicios de ambulancia sobre campo de batalla y prestaban asistencia los heridos en los hospitales. Para la Cruz Roja de muchos países, era su hora más pura.

1918-1939

Después de la guerra, muchas Sociedades Nacionales consideraron que, con el advenimiento de la paz y las esperanzas de un nuevo orden mundial, el cometido de la Cruz Roja tenía que cambiar. En 1919, fundaron la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, prevista como el futuro órgano de coordinación y de apoyo para el Movimiento. Pero los conflictos durante los decenios de 1920 y de 1930 pusieron de relieve la necesidad de

un intermediario neutral, y el CICR siguió activo, cada vez más fuera de Europa (Etiopía, América del Sur, Lejano Oriente) y en las guerras civiles (especialmente en España). En 1929, el CICR persuadió a los Gobiernos a que aprueben un nuevo Convenio de Ginebra, a fin de prestar mayor protección a los prisioneros de guerra. Pero, a pesar de las evidentes amenazas mayores que entrañaba la guerra moderna, no pudo lograr a tiempo que convinieran en nuevas leyes para proteger a los civiles, para prevenir las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.

Segunda Guerra Mundial, 1939-1945

En la Segunda Guerra Mundial se registró una gran expansión de actividades, cuando la Institución intentó obrar para prestar asistencia y proteger a las víctimas de todos los bandos. El CICR y la Liga trabajaron conjuntamente para enviar socorros en todo el mundo, en favor de prisioneros de guerra y de la población civil. Los delegados del CICR visitaron a prisioneros de guerra en todo el mundo y ayudaron en el intercambio de millones de mensajes de Cruz Roja entre familiares. Durante años, tras la guerra, el CICR gestionó solicitudes de noticias acerca de familiares desaparecidos.
Sin embargo, en este período también se registró el mayor fracaso del CICR: su falta de acción en favor de las víctimas del Holocausto y otros grupos perseguidos. Carente de una base jurídica específica, vinculado por sus procedimientos tradicionales y trabado por sus vínculos con la clase política suiza, fue incapaz de tomar una acción decisiva o manifestarse públicamente. Se dejó a los delegados del CICR que hicieran por su cuenta lo podían para salvar a grupos de judíos.

Desde 1945

Desde 1945, el CICR, ha continuado instando a los Gobiernos a que fortalecieran el derecho internacional humanitario, y lo respeten. Ha intentado afrontar las consecuencias de índole humanitaria de los conflictos que marcaron un hito en la segunda mitad del siglo XX, comenzando por Israel y Palestina, en 1948.

En 1949, tras iniciativa del CICR, los Estados acordaron examinar los tres Convenios de Ginebra vigentes (que versan sobre los heridos y los enfermos en el campo de batalla, las víctimas de la guerra en el mar y los prisioneros de guerra) y añadir un cuarto Convenio, a fin de proteger a los civiles que viven bajo el control del enemigo. En

los Convenios se dispone el cometido principal del CICR en situaciones de conflicto armado.

Y en 1977, se aprobaron dos Protocolos adicionales a los Convenios. El Protocolo I es aplicable en conflictos armados internacionales; el segundo, en conflictos internos, un progreso importante. En los Protocolos también se sentaron normas relativas a la conducción de las hostilidades.

Desde 1863, el CICR –tres veces galardonado con el premio Nobel de la paz– se ha desarrollado de manera insospechada para sus fundadores. Sin embargo, su perspectiva es la misma: prestar asistencia, y procurar proteger, a las víctimas de la guerra y de la violencia interna.

Historia del CICR

Su fundación y puesta en marcha, se deben al empuje e iniciativa de su primer presidente, Sir Vincent Kennett Barrington, nacido en 1844 en Bagni di Lucca de la Región Toscana de Italia, pero hijo de ingleses con ascendencia irlandesa. Desde joven tuvo contacto con el Comité Internacional de la Cruz Roja de Ginebra y participó en varias guerras en Europa y Asia como uno de sus comisionados en la organización de hospitales, cuerpos de ambulancias y socorro a los heridos y enfermos (1). Recibió en 1886 de manos de la Reina Victoria de Inglaterra el título de Sir, por tan valiosos servicios prestados a sus semejantes.

En 1890, Sir. Barrington, quien era políglota, deportista y excursionista infatigable, abogado y empresario (egresado como litigante de Cambridge y promotor en Venezuela de la fundación de la Cámara de Comercio), se trasladó a Sudamérica, primero a Brasil y luego a Argentina donde contribuyó a la creación de su Cruz Roja.

Llegó a Venezuela bajo el gobierno del general Joaquín Crespo y fundó la Sociedad Venezolana de la Cruz Roja el 30 de enero de 1895, en el marco de las celebraciones en conmemoración del centenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Al poco tiempo de su inauguración, desarrolló planes de acción puntuales: el estatuto, reglamentos internos y oficializó la personalidad jurídica a la Sociedad recién creada mediante la aplicación de la Convención de Ginebra. Fue su primer presidente además de digno representante de las ideas humanitarias de Dunant.

Renunció en abril de 1896 y murió en 1903 como consecuencia de un accidente en globo.

Luego de la gestión de Barrington hubo un prolongado lapso de inacción que transcurrió de 1900 a 1917, en gran parte debido a los continuos levantamientos armados de caudillos y montoneras en el interior del país y a la consolidación de la larga dictadura del tirano Juan V. Gómez, que dejaron sumida en la miseria a la nación y no ofrecieron apoyo ni ayuda gubernamental para la operatividad de la institución.

Con la aparición de la gripe española en 1918, hubo un fugaz renacer y protagonismo de la Cruz Roja Venezolana a través de la efectiva labor de la Comisión General de Estudiantes. Esta pandemia gripal que tuvo su origen entre las tropas francesas en abril de 1918, traspasó las fronteras y llegó a Caracas en octubre de ese año, cuando se conmemoraba el descubrimiento de América por España y duró hasta diciembre. En el interior de la nación perduró hasta 1920.

De 1919 a 1921, luego de la pandemia de influenza, hubo un progresivo resurgir de la institución, según los informes del entonces secretario Dr. Francisco A. Risquez, por la creación de un Dispensario General y Venereológico y la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja.

La actual sede del hospital inicia su historia con su edificación en 1893, apadrinada e inaugurada por el entonces presidente de Venezuela Joaquín Crespo. Funcionaba en sus instalaciones el Hospital de Niños, también conocido como Hospital Linares en honor a su promotor, el filántropo banquero Juan Esteban Linares. Al poco tiempo pasó a ser Hospital Militar y Naval.



Fachada del edificio de la Cruz Roja.



En 1936, el instituto fue reinaugurado con la asistencia del entonces presidente de Venezuela general Eleazar López Contreras, posterior a una remodelación, dotación médico-quirúrgica moderna y una reorganización sustantiva de sus servicios acorde a las necesidades de salud de la población. Es entonces cuando maestros cirujanos de la talla del Dr. Manuel Corachán y García, quien vino de España y estuvo en Venezuela entre 1937 y 1941, llevó a cabo labores asistenciales y dejó un legado docente cuya semilla sería recogida por generaciones futuras de maestros cirujanos venezolanos.

Asimismo, se fueron conformando de manera efectiva Comités y Brigadas Educativas para la creación de la Cruz Roja Venezolana de la Juventud. Para 1938, fueron donados los terrenos contiguos al instituto por los hermanos Vollmer Boulton construyéndose en ellos la Escuela de Enfermeras Profesionales Francisco A. Risquez, inaugurada en su nueva sede en 1949 y que desde 1988 por decreto del entonces presidente de Venezuela Jaime Lusinchi, pasó a ser Colegio Universitario de Enfermería.

Desde la presidencia de la institución, ha realizado una labor de servicio permanente a la población más desfavorecida, contribuido con la modernización de los servicios de salud del Hospital "Carlos J. Bello", con el progreso del Colegio Universitario de Enfermeras y difundido a través de las universidades el derecho internacional humanitario y los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales. Del mismo modo, ha difundido por todo el país la presencia de la Cruz Roja Venezolana a través de los programas de Socorro, Juventud, Difusión, Voluntariado, Acción Social y Búsqueda con un sello de profunda mística y sentido humanitario característico del movimiento mundial de la Cruz Roja.

Hoy en día esta institución honra la memoria de sus fundadores con el dignísimo servicio prestado, Henry Dunant dijo: «La Utopía de ayer se convierte a menudo en la realidad de mañana».


You Might Also Like

0 comentarios

Like us on Facebook