Derecho Internacional humanitario (DIH)
Es orden jurídico de carácter internacional. Dependiendo de la corriente de adscripción filosófica se dice que tiene su fundamento en la costumbre jurídica internacional, los usos reconocidos como Derecho entre naciones civilizadas, y en los acuerdos, tratados o pactos internacionales entre los sujetos de Derecho internacional (positivismo jurídico) o en el Derecho natural, inherente a los seres humanos (ius naturalismo).
En esencia, otorga una protección jurídica basado en consideraciones de humanidad a la persona humana, que se encuentra en una situación extrema de conflicto armado. Cuando su vida y derechos más elementales -de los cuales debe gozar cualquier persona1- se encuentran en una situación de grave riesgo.
El DIH se ha nutrido de la experiencia acumulada a través de los grandes conflictos armados, para evitar o precaver los los graves daños que pueden causar.
Tiene un fundamento en sentimiento natural humanitario, de intentar aliviar el
sufrimiento humano en esas situaciones tan extremas, dado lugar a una serie de normas
que pretender proteger, por un lado:
- a quienes son víctimas de conflictos armados una serie variada de categoría de
personas: los heridos a las víctimas de los conflictos armados: heridos, enfermos
náufragos, prisioneros de guerra y las personas civiles.
- a las personas fuera de combate en un sentido amplio.
El DIH también tiene conexión con el establecimiento de normas relativas a la conducción de los medios y métodos de combate (tipos de armas, tipo de operaciones), para evitar que se cause daños innecesarios, males innecesarios, daños superfluos. Cause el menor daño posible
En cuanto a la protección de las personas fuera de combate aún cuando hayan participado en el conflicto que, el objetivo no debe ser aniquilar ni exterminar al enemigo, sino ponerlo fuera de combate. E propósito no debe ser matar, por eso está la figura del prisionero de guerra.
1 Tienen derecho entre otros: a que se respete su vida, su dignidad, sus derechos individuales y sus convicciones (políticas, religiosas u otras). Serán protegidos contra cualquier acto de violencia o de represalias. Tendrán derecho a intercambiar correspondencia con sus familiares y a recibir socorros. Se beneficiarán de las garantías judiciales fundamentales.
La importancia de establecer unos principios, está relacionado con la extrema complejidad de las situaciones en los conflictos armados que, se pueden presentar en la actualidad. Situaciones complejas muy difíciles de prever en una norma, relacionadas con las innovaciones en armamento y en la táctica militar.
Piénsese en los problemas éticos y de aplicación, que conlleva el uso de los 381 sistemas de armamento autónomo2 contabilizados, por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Stockholm International Peace Research Institute) también conocido como SIPRI.
Así pues, estableciendo un sector de normas y principios de carácter general para prever
Principios
PRINCIPIO BÁSICO DE LA NECESIDAD:
Necesidad militar.
Es un principio que justifica que solo se aplicarán las medidas indispensables,
para vencer al enemigo. Además, éstas tácticas y armas, no pueden estar en modo
alguno, prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario.
Se busca con este principio normativo, equilibrar las necesidades militares con las
consideraciones de humanidad. Las Partes en conflicto y los miembros de sus fuerzas
militares, no tienen un derecho ilimitado por lo que atañe a la elección de los métodos y
medios de hacer la guerra.
«Queda prohibido emplear armas o métodos de guerra que puedan causar pérdidas
inútiles o sufrimientos excesivos.»
Quedan protegidos los pueblos y los beligerantes por el Derecho de Gentes. A
partir de este principio, surgen unas grandes distinciones contenidas en unas claves:
2 El Sea Hunter es un cazador estadounidense de submarinos que avanza sin tripulación, Taranis es el nombre de un dron británico que puede realizar tareas de vigilancia y espionaje, marcar objetivos, transportar armas, realizar fotografías aéreas y atacar en territorio hostil. Todo sin un piloto en su interior. Harpy es un arma autónoma desarrollada por la industria aeroespacial israelí que "dispara y olvida". La arpía detecta, ataca y destruye sin ayuda de nadie los emisores de radar enemigos.
Limitación. Principio basado en la prohibición de causar males superfluos e innecesarios al enemigo y que, por tanto, limita los medios y métodos que pueden emplear las partes en el conflicto armado.
«Se prohíbe matar o herir a un adversario que se rinda o que esté fuera de combate.» También Proteger a la persona humana indistintamente si es un enemigo o no, se
protege su dignidad y sus derechos más básicos.
«Los combatientes capturados y las personas civiles que se hallen bajo la autoridad de la Parte adversaria tienen derecho a que se les respete su vida, su dignidad, sus derechos individuales y sus convicciones. Serán protegidos contra todo acto de violencia y de represalias, tendrán derecho a intercambiar correspondencia con sus familiares y a recibir socorros.»
Distinción o Discriminación. Principio que exige que las operaciones sean dirigidas sólo contra objetivos militares. Se prohíben los ataques contra las personas y bienes civiles. Los que dirigen operaciones militares están obligados a distinguir el ámbito civil del militar. Se establece:
«Las personas puestas fuera de combate y las que no participan directamente en las hostilidades tienen derecho a que se respete su vida y su integridad física y moral. Estas personas serán, en todas las circunstancias, protegidas y tratadas con humanidad, sin distinción alguna de índole desfavorable.»
Las Partes en conflicto harán, en todas las circunstancias, distinción entre la población civil y los combatientes, protegiendo a la población civil y los bienes civiles. Ni la población civil como tal, ni las personas civiles serán objeto de ataques. Las acciones militares estarán dirigidas contra los objetivos militares. Quienes son responsables de la conducción de las hostilidades deben discriminar incluso entre bienes civiles, los cuales no deben ser atacados. El tipo de operación militar indiscriminada no esta permitido.
Proporcionalidad. Está basado en que los que dirigen operaciones militares no pueden decidir o realizar un ataque cuando sea de prever que cause, incidentalmente, daños a bienes civiles o muertos o heridos entre la población civil o ambas cosas, que serían excesivos con relación a la ventaja militar concreta y directa prevista en el ataque. están prohibidas las acciones militares cuyos daños que excedan las ventajas que puedan obtenerse.
Principio de humanidad. Para los casos no previstos, en el Derecho Internacional Humanitario se utiliza el principio de humanidad establecido en la “Cláusula de Martens”: en honor del jurista ruso que propuso su inclusión en el preámbulo de la IV Convención de la Haya:
“... las personas civiles y los combatientes quedan bajo la protección y el imperio de los principios del Derecho de Gentes derivados de los usos establecidos, de los principios de humanidad y de los dictados de la conciencia pública”.
La cláusula Martens, intenta trasladar las consideraciones de humanidad, a los casos no comprendidos en orden y reglamento. Por lo tanto, tiene una función integradora del Derecho internacional humanitario. Llena las lagunas o ausencias de previsiones normativas.
A propósito de apelar a la conciencia pública, tales intenciones tienen que ver con las previsiones de:
“Los heridos y los enfermos serán recogidos y asistidos por la Parte en conflicto que los tenga en su poder. Esta protección se extiende al personal sanitario, a los establecimientos, los medios de transporte y el material sanitario. El emblema de la Cruz Roja o el de la Media Luna Roja es el signo de esta protección y ha de ser siempre respetado.”
Estos principios deberán responder a los desafíos de los nuevos tiempos, transformarse o añadir otros para no desamparar a los humanos en las situaciones extraordinarias que representan un conflicto bélico. Los principios siempre serán las estrellas que nos guiarán cuando estamos desorientados.
La caridad sobre los campos de batalla, historia de la Cruz Roja
Los fundadores de la Cruz Roja, no tuvieron inicialmente una preocupación académica o política. No pretendían iniciar un movimiento pacifista para abolir la guerra,sino la aplicación de unas prácticas de socorro y de servicio para obtener un resultado material, aliviar el dolor humano de las víctimas. Así se deriva del pensamiento de Henry Dunant «La Charite sur les champs de bataille»:
«No tengo la menor pretensión de venir a discutir aquí ni sobre el derecho relativo a la paz ni sobre lo que se ha convenido en llamar el derecho de la guerra.
No vengo a abordar el temible problema de la legitimidad de la guerra ni el sueño
imposible, en la situación actual, de un reino universal de la paz.
Mi propósito es mas modesto.
En nombre de la humanidad y de la razón, en nombre del cristianismo y de la política
misma, deseo que, en la hora solemne en que unos hombres, unos conciudadanos, unos
cristianos, armados unos contra otros, acaban de derramar su sangre de soldados sobre
esta tierra que solo debería regar el sudor de los que la trabajan, en esta hora, deseo pues
que la caridad, en forma de una sociedad de socorros, pueda disputar a la guerra todas
sus victimas que al acero ha herido, pero que la muerte aún no ha segado»}
Las biografías cuentan que Dunant llegó a Solferino (Italia), en la tarde del 24 de juniode1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra italiana. 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de batalla, y había pocos intentos para ayudarlos. Impresionado, el propio Dunant tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos, mutilados y enfermos.
Como carecían de suficientes materiales, el propio Dunant organizó la compra de lo que se necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban con el lema Tutti fratelli (Todos somos hermanos) acuñado por las mujeres de la cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (provincia de Mantua). Tuvo éxito igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por los franceses. Como si fuese poco, Dunant fue el inventor del actual botiquín de primeros auxilios.
En 1862 publica sus memorias tituladas “Un Souvenir de Solférino” y fueron de tal influecia que solo dos años después, de esto, el 22 de agosto de 1864, se firmó la Convención de Ginebra.
El Comité que más tarde sería el Comité Internacional de la Cruz Roja se reunió por primera vez en febrero de 1863, en Ginebra, Suiza.
Por ese tratado los ejércitos tenían la obligación prestar asistencia a los soldados heridos, independientemente del bando al que pertenecían, y se introdujo un emblema uniforme para los servicios sanitarios: una cruz roja sobre fondo blanco.
El cometido del CICR era al principio el de coordinar. Paulatinamente, se iba implicando más en las actividades operacionales sobre el terreno, en tanto que descollaba la necesidad de un intermediario neutral entre los beligerantes. Los siguientes 50 años, el CICR expandió su labor, en tanto que se iban estableciendo las Sociedades Nacionales (la primera, en el Estado alemán de Württemberg, en noviembre de 1863) y se adaptó el Convenio de Ginebra para incluir la guerra en el mar.
Primera Guerra Mundial, 1914-1918
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, basándose en la experiencia adquirida
en otros conflictos, el CICR abrió una Agencia Central de Prisioneros de Guerra, en
Ginebra, cuya finalidad era restablecer el contacto entre los soldados capturados y sus
familiares.
Siguió innovando: sus visitas a los prisioneros de guerra aumentaron durante este
período; intervino acerca del uso de armas que causan sufrimientos excesivos: en 1918,
hizo un llamamiento a los beligerantes para que renuncien al uso del gas mostaza. Ese
mismo año, en Hungría, visitó por primera vez a prisioneros políticos.
Las mismas Sociedades Nacionales emprendieron una movilización sin precedentes, en la cual voluntarios dirigían los servicios de ambulancia sobre campo de batalla y prestaban asistencia los heridos en los hospitales. Para la Cruz Roja de muchos países, era su hora más pura.
1918-1939
Después de la guerra, muchas Sociedades Nacionales consideraron que, con el advenimiento de la paz y las esperanzas de un nuevo orden mundial, el cometido de la Cruz Roja tenía que cambiar. En 1919, fundaron la Liga de Sociedades de la Cruz Roja, prevista como el futuro órgano de coordinación y de apoyo para el Movimiento. Pero los conflictos durante los decenios de 1920 y de 1930 pusieron de relieve la necesidad de
un intermediario neutral, y el CICR siguió activo, cada vez más fuera de Europa (Etiopía, América del Sur, Lejano Oriente) y en las guerras civiles (especialmente en España). En 1929, el CICR persuadió a los Gobiernos a que aprueben un nuevo Convenio de Ginebra, a fin de prestar mayor protección a los prisioneros de guerra. Pero, a pesar de las evidentes amenazas mayores que entrañaba la guerra moderna, no pudo lograr a tiempo que convinieran en nuevas leyes para proteger a los civiles, para prevenir las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial.
Segunda Guerra Mundial, 1939-1945
En la Segunda Guerra Mundial se registró una gran expansión de actividades,
cuando la Institución intentó obrar para prestar asistencia y proteger a las víctimas de
todos los bandos. El CICR y la Liga trabajaron conjuntamente para enviar socorros en
todo el mundo, en favor de prisioneros de guerra y de la población civil. Los delegados
del CICR visitaron a prisioneros de guerra en todo el mundo y ayudaron en el intercambio
de millones de mensajes de Cruz Roja entre familiares. Durante años, tras la guerra, el
CICR gestionó solicitudes de noticias acerca de familiares desaparecidos.
Sin embargo, en este período también se registró el mayor fracaso del CICR: su falta de
acción en favor de las víctimas del Holocausto y otros grupos perseguidos. Carente de
una base jurídica específica, vinculado por sus procedimientos tradicionales y trabado
por sus vínculos con la clase política suiza, fue incapaz de tomar una acción decisiva o
manifestarse públicamente. Se dejó a los delegados del CICR que hicieran por su cuenta
lo podían para salvar a grupos de judíos.
Desde 1945
Desde 1945, el CICR, ha continuado instando a los Gobiernos a que fortalecieran el derecho internacional humanitario, y lo respeten. Ha intentado afrontar las consecuencias de índole humanitaria de los conflictos que marcaron un hito en la segunda mitad del siglo XX, comenzando por Israel y Palestina, en 1948.
En 1949, tras iniciativa del CICR, los Estados acordaron examinar los tres Convenios de Ginebra vigentes (que versan sobre los heridos y los enfermos en el campo de batalla, las víctimas de la guerra en el mar y los prisioneros de guerra) y añadir un cuarto Convenio, a fin de proteger a los civiles que viven bajo el control del enemigo. En
los Convenios se dispone el cometido principal del CICR en situaciones de conflicto armado.
Y en 1977, se aprobaron dos Protocolos adicionales a los Convenios. El Protocolo I es aplicable en conflictos armados internacionales; el segundo, en conflictos internos, un progreso importante. En los Protocolos también se sentaron normas relativas a la conducción de las hostilidades.
Desde 1863, el CICR –tres veces galardonado con el premio Nobel de la paz– se ha desarrollado de manera insospechada para sus fundadores. Sin embargo, su perspectiva es la misma: prestar asistencia, y procurar proteger, a las víctimas de la guerra y de la violencia interna.
Historia del CICR
Su fundación y puesta en marcha, se deben al empuje e iniciativa de su primer presidente, Sir Vincent Kennett Barrington, nacido en 1844 en Bagni di Lucca de la Región Toscana de Italia, pero hijo de ingleses con ascendencia irlandesa. Desde joven tuvo contacto con el Comité Internacional de la Cruz Roja de Ginebra y participó en varias guerras en Europa y Asia como uno de sus comisionados en la organización de hospitales, cuerpos de ambulancias y socorro a los heridos y enfermos (1). Recibió en 1886 de manos de la Reina Victoria de Inglaterra el título de Sir, por tan valiosos servicios prestados a sus semejantes.
En 1890, Sir. Barrington, quien era políglota, deportista y excursionista infatigable, abogado y empresario (egresado como litigante de Cambridge y promotor en Venezuela de la fundación de la Cámara de Comercio), se trasladó a Sudamérica, primero a Brasil y luego a Argentina donde contribuyó a la creación de su Cruz Roja.
Llegó a Venezuela bajo el gobierno del general Joaquín Crespo y fundó la Sociedad Venezolana de la Cruz Roja el 30 de enero de 1895, en el marco de las celebraciones en conmemoración del centenario del nacimiento del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre. Al poco tiempo de su inauguración, desarrolló planes de acción puntuales: el estatuto, reglamentos internos y oficializó la personalidad jurídica a la Sociedad recién creada mediante la aplicación de la Convención de Ginebra. Fue su primer presidente además de digno representante de las ideas humanitarias de Dunant.
Renunció en abril de 1896 y murió en 1903 como consecuencia de un accidente en globo.
Luego de la gestión de Barrington hubo un prolongado lapso de inacción que transcurrió de 1900 a 1917, en gran parte debido a los continuos levantamientos armados de caudillos y montoneras en el interior del país y a la consolidación de la larga dictadura del tirano Juan V. Gómez, que dejaron sumida en la miseria a la nación y no ofrecieron apoyo ni ayuda gubernamental para la operatividad de la institución.
Con la aparición de la gripe española en 1918, hubo un fugaz renacer y protagonismo de la Cruz Roja Venezolana a través de la efectiva labor de la Comisión General de Estudiantes. Esta pandemia gripal que tuvo su origen entre las tropas francesas en abril de 1918, traspasó las fronteras y llegó a Caracas en octubre de ese año, cuando se conmemoraba el descubrimiento de América por España y duró hasta diciembre. En el interior de la nación perduró hasta 1920.
De 1919 a 1921, luego de la pandemia de influenza, hubo un progresivo resurgir de la institución, según los informes del entonces secretario Dr. Francisco A. Risquez, por la creación de un Dispensario General y Venereológico y la Escuela de Enfermeras de la Cruz Roja.
La actual sede del hospital inicia su historia con su edificación en 1893, apadrinada e inaugurada por el entonces presidente de Venezuela Joaquín Crespo. Funcionaba en sus instalaciones el Hospital de Niños, también conocido como Hospital Linares en honor a su promotor, el filántropo banquero Juan Esteban Linares. Al poco tiempo pasó a ser Hospital Militar y Naval.
Fachada del edificio de la Cruz Roja.
En 1936, el instituto fue reinaugurado con la asistencia del entonces presidente de Venezuela general Eleazar López Contreras, posterior a una remodelación, dotación médico-quirúrgica moderna y una reorganización sustantiva de sus servicios acorde a las necesidades de salud de la población. Es entonces cuando maestros cirujanos de la talla del Dr. Manuel Corachán y García, quien vino de España y estuvo en Venezuela entre 1937 y 1941, llevó a cabo labores asistenciales y dejó un legado docente cuya semilla sería recogida por generaciones futuras de maestros cirujanos venezolanos.
Asimismo, se fueron conformando de manera efectiva Comités y Brigadas Educativas para la creación de la Cruz Roja Venezolana de la Juventud. Para 1938, fueron donados los terrenos contiguos al instituto por los hermanos Vollmer Boulton construyéndose en ellos la Escuela de Enfermeras Profesionales Francisco A. Risquez, inaugurada en su nueva sede en 1949 y que desde 1988 por decreto del entonces presidente de Venezuela Jaime Lusinchi, pasó a ser Colegio Universitario de Enfermería.
Desde la presidencia de la institución, ha realizado una labor de servicio permanente a la población más desfavorecida, contribuido con la modernización de los servicios de salud del Hospital "Carlos J. Bello", con el progreso del Colegio Universitario de Enfermeras y difundido a través de las universidades el derecho internacional humanitario y los Convenios de Ginebra y sus Protocolos Adicionales. Del mismo modo, ha difundido por todo el país la presencia de la Cruz Roja Venezolana a través de los programas de Socorro, Juventud, Difusión, Voluntariado, Acción Social y Búsqueda con un sello de profunda mística y sentido humanitario característico del movimiento mundial de la Cruz Roja.
Hoy en día esta institución honra la memoria de sus fundadores con el dignísimo servicio prestado, Henry Dunant dijo: «La Utopía de ayer se convierte a menudo en la realidad de mañana».